Antiguo estudio c/ María de Molina 11.
Taxidermia Benedito, desde 1870.
Entre los aspectos mas singulares a destacar del taller están su actualización de técnicas, recogida y entrega a domicilio sin ningún tipo de coste adicional, (incluyendo monterías en el territorio nacional), pagina web, redes sociales, modificación de precios ajustados al mercado y presupuesto previos.
Más de un siglo de profesión y tradición en la familia Benedito
La historia de la Taxidermia Benedito, con más de un siglo de profesión registrada en su archivo, meticulosamente conservado, es la historia misma de la taxidermia en España. Su profesionalidad, sus conocimientos, sus técnicas y su arte fueron capaces de revolucionar el desarrollo de esta actividad, tan ligada a la naturaleza y la caza.
Los Benedito son los primeros en sacar el oficio de naturalista-disecador, del entorno meramente artesano en el cual estaba imbuido a fines del siglo XIX. Durante cinco generaciones, han sabido otorgar a la taxidermia el carácter de Arte- con mayúsculas- ya que la capacidad artística y creativa ha estado siempre muy presente en la familia, en la cual ha habido escultores, pintores y músicos. La potenciación de los valores artísticos de la taxidermia, por tanto, ha sido una de las grandes aportaciones del taller de los Benedito a esta profesión.
Fueron los primeros en destacar que la naturalización no consistía sólo en el burdo relleno de una piel de un animal, dando importancia a los aspectos estéticos del trabajo de naturalización.
Actualmente seguimos con los cánones más modernos del oficio, como es la utilización de la técnica “Benedito”, y en lo concerniente a la naturalización de animales, elaboración de trofeos y restauración de trabajos preexistentes.
La saga Benedito
José Mª Benedito Mendoza (1846-1899)
Iniciador de la saga
José Mª Benedito Vives (1873-1951)
Experto en aves
Luis Benedito Vives (1887-1955)
Especialista de mamíferos y precursor de nuevas técnicas
Escultor de animales
José Luis Benedito López (1931-1998)
Un taxidermista completo
José Luis Benedito Bruñó (1959-2011)
Tradición centenaria y S. XXI
Familia Benedito (Actualmente)
Modernización, renovación y futuro de la taxidermia actual
Familia Benedito
La saga de taxidermistas con una amplia tradición familiar en el mundo cinegético y otras disciplinas. Conoce la historia de cada uno de ellos y sus especialidades.

Nacido en Valencia, y naturalista de profesión, antes de dedicarse a la taxidermia, Benedito, fue durante un periodo de tiempo empleado en el ferrocarril de La Encina de Valencia. Su pasión en esos tiempos era la pintura, ya que siempre demostró dotes de artista pero sin nunca dedicarse a ello. Desde que era niño sintió especial afición por la caza y de su afición derivó su incursión en la taxidermia. Era habitual verle en las tertulias de sus amigos cazadores y donde él disfrutaba con las anécdotas que se contaban. En una de esas charlas, el famoso cirujano valenciano D. Enrique López presentó, en una de esas tertulias un ave que él mismo había disecado. Tal hecho llamó la atención de Benedito padre, quien pronto sintió la necesidad de probar el experimento, pruebas que continuaron hasta su consecución y cuya afición convirtió en especialidad, nuevo modo de vida y transmitiría a sus hijos y sucesivas generaciones. Estableció en la segunda mitad del S.XIX un taller particular de naturalización de animales, debido a su afición a la caza, en la calle Corregería n.º 24. Su taller funcionaba como un almacén de Historia Natural.
Dado que la taxidermia en España no había alcanzado todavía un gran desarrollo, José María Benedito Mendoza se surtía en almacenes extranjeros, especialmente franceses, como los de Edouard Verraux, Monsieur de la Salle, Moutarde y los hermanos Dreyfus, en París. De allí importaba desde los alfileres para insectos o los ojos de cristal para montar animales, hasta una gran variedad de fauna ya naturalizada. Benedito exigía a sus proveedores artículos de primera calidad: que las pieles estuvieran en buen estado y los ejemplares completos y montados, de tal forma que la actitud fuera airosa y el animal tuviera vida. Este principio de calidad fue el detonante fundamental para que su taller adquiriera pronto renombre en toda España, y fuera el rey Alfonso XII el primer rey en trabajar con la familia Benedito.
Su actividad como naturalista estuvo muy ligada a la enseñanza, ya que en la década de 1880 sus principales clientes fueron los Institutos de Segunda Enseñanza provinciales, como los de Albacete, Teruel o Ciudad Real, que gastaban gran parte de su presupuesto en la adquisición de ejemplares naturalizados en talleres como el de Benedito.
Benedito Mendoza tuvo además el cargo oficial de Preparador del Gabinete de Historia Natural de la Universidad de Valencia, cuyo museo Zoológico estuvo a su cargo. Entre sus atribuciones, estaba la de montar y naturalizar los animales destinados a la colección de este museo, (recibiendo por ello 8.000 reales anuales por parte del Gobierno). En este aspecto, como en tantos otros, el fundador de la saga estableció un importante precedente para futuras generaciones de su familia, en las que la alternancia de su trabajo en un ámbito museístico, con la labor de un taller particular, fue la norma. Fue un gran conocedor de las especies de aves acuáticas que solía naturalizar en su taller.
Entre el 15 de abril y el 2 de mayo de 1886, se marchó de expedición cinegética a las Islas Columbretes con idea de tirar tórtolas y codornices al paso, acompañando a un gran amigo de la familia, D. Francisco Bru, que dejaría el relato del viaje en un libro titulado Notas de Caza, publicado en Valencia en 1913.
José M.ª fue también el iniciador de una de las grandes especialidades de la familia Benedito durante décadas: la naturalización de cabezas de toro, procedentes de la lidia y por encargo de los grandes toreros de la época.
Otro dato fundamental de la historia del taller y también de la propia taxidermia fue la medición de los trofeos.
Cuando nadie en España prestaba atención a estos detalles, allá por el siglo XIX, el fundador de la saga, Benedito Mendoza, ya se entretenía en anotar todas las medidas de las Cabras hispánicas de la cuenca del rio Júcar, que llegaban a su taller. Pero fue más adelante cuando sus dos hijos continuaron con esta afición, midiendo los venados y cabra hispánica, enviando a sus clientes el correspondiente informe o croquis con las medias. Lo que hoy se conoce como CIC.
Su muerte se produce en 1899, dejaba viuda y siete hijos menores de 25 años, alguno de los cuales se habían familiarizado con la taxidermia, alternando sus estudios con el aprendizaje del oficio en el taller paterno. Fueron el primogénito José M.ª Benedito Vives junto con su hermano menor Luis Benedito Vives los que siguieron con la tradición, formados en gran parte por su padre.
Destacaron además en pintura Manuel Benedito Vives (Fundación Manuel Benedito), ilustre pintor discípulo de Sorolla y retratista de la sociedad española y aristocracia, y Rafael Benedito Vives, compositor, pedagogo y director de orquesta español, creador de la Masa Coral de Madrid y la Orquesta Benedito.
Actualmente el Museo de Ciencias Naturales de Valencia alberga una colección de aves con más de 150 años de antigüedad, y, que gracias a su directora, hoy podemos seguir contemplando parte de la maravillosa y extraordinaria colección del fundador de la saga.
Visita la web de la Fundación Manuel Benedito haciendo click en el icono inferior.

Nacido el 17 de enero de 1873, tuvo claro desde el principio que para lograr una vida fructífera tenía que imitar a su padre en todo lo posible, con especial atención a los principios de calidad del trabajo que este había establecido. Por ello logró que el taller de disecación de Benedito llegara a ser reconocido en pocos años como el mejor del país.
En 1905, y gracias a la mediación de D. Rafael Janini, Ingeniero Agrónomo de la Real Casa, José M.ª Benedito Vives consiguió el título de Proveedor Oficial de la Real Casa, como Naturalista-Disecador del rey Alfonso XIII, un hecho fundamental para el futuro prestigio del taller.
A partir de ese momento, la relación con la Casa Real empezó a estrecharse, aunque en un primer momento no fue solo para la realización de trabajos de naturalización. En 1908, José M.ª Benedito Vives, que ya requería de su hermano pequeño Luis para ayudarle en el trabajo, se encargó junto a éste de la decoración y montaje del Pabellón de la Casa Real en la Exposición Hispano- francesa de Zaragoza, un interesante encargo que repitieron en 1909 para la Exposición Regional de Valencia.
Simultáneamente, y gracias a la mediación de D. Amalio Gimeno, entonces ministro de fomento y amigo de la familia, así como de la amistad con D. Ignacio Bolívar, director del Museo de Ciencias Naturales de Madrid, José M.ª Benedito obtuvo en 1907 una plaza de Disecador del Laboratorio de Taxidermia de dicho museo. Este hecho supuso cerrar definitivamente el antiguo taller de taxidermia y trasladarse toda la familia a Madrid, estableciendo su nuevo estudio, junto a su hermano Luis, en la calle D. Ramon de la Cruz, 12.
José M.ª Benedito Vives, fue el mejor taxidermista de aves, un arte en el que llegó a ser también el mejor especialista que haya tenido nunca la taxidermia en España.
La gracia, la finura, la exactitud de formas y movimientos que imprimía a los ejemplares que montaba, así como la belleza del lugar en donde los situaba, hacían que con justicia se le pudiera aplicar el calificativo de maestro.
Su colección se encuentra en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid, que incluyen el famoso Grupo de Abejarucos; este grupo es una de las obras magistrales de José M.ª Benedito Vives, tanto en el aspecto artístico como científico, ya que su análisis y fiel reproducción del hábitat de los abejarucos ha sido y es, la referencia de estudio para muchos científicos. La colección también incluye el Grupo de Abubillas y el Grupo de Cigüeñas.
Con frecuencia salía al campo, bien por encargo del Museo o por iniciativa propia, con el objetivo de estudiar y captar todos los pormenores de los diferentes hábitats de las aves de España.
Todo esto le hizo aportar un nuevo concepto revolucionario a la taxidermia española: la importancia del trabajo fuera del taller, es decir, la imperiosa necesidad de estudiar y conocer a los animales en su medio natural, de forma que al naturalizarlos se los interprete con tal exactitud, que parezcan vivos.
Fuera del taller, José M.ª Benedito Vives, recibía numerosos encargos de aves de particulares, donde montaba en lujosas vitrinas de cristal utilizando la novedosa madera de caoba o roble para dichos encargos. Esta innovación fue introducida por su padre años antes y supuso otra de las grandes especialidades del taller de los Benedito y su prestigio.
Destaca la colección del duque de Medinaceli, amigo de la familia y apasionado por la ornitología; el duque y José M.ª intercambiaron información durante muchos años sobre sus observaciones captadas del natural de aves que llegaban a sus manos. También destaca la colección de D. José M.ª Olabarri que incluye el Águila Real apresando a un conejo (fechada en 1921), y la del duque de Santoña que incluye el Águila perdicera con perdiz muerta de la finca “La Ventosilla”.
José María Benedito Vives se casó con Dña. Pilar Velazquez-Duro, hija mayor de la marquesa de la Felguera. Una vez jubilado del museo de Ciencias Naturales de Madrid, se trasladó en Asturias (Cabueñes), donde continuó su trabajo hasta su fallecimiento en 1951.
Unos años más tarde su familia donó la colección al museo de Ciencias Naturales de Madrid.

Gracias a los contactos personales y al trabajo de José M.ª en el Museo de Ciencias Naturales, y por mediación de su director, D. Ignacio Bolívar, que ya se había fijado en las extraordinarias cualidades de Luis para la taxidermia, éste consiguió que le fuera concedida una pensión de la Junta de Ampliación de Estudios en el extranjero, (de 300 pesetas mensuales), para profundizar en los conocimientos sobre las técnicas modernas de taxidermia que entonces se practicaban en Europa, específicamente en Alemania, donde trabajó en los laboratorios de taxidermia en Leiden y Leipzig, en este último con el famoso escultor-taxidermista Ter Meer.
Ter Meer ejercía su actividad en la ciudad de Leipzig, tanto en su taller particular como en el laboratorio de taxidermia del museo de Ciencias de dicha ciudad. Su enorme prestigio le venia dado por el ser el propulsor de la técnica de la “Dermoplastia”, que constituía la revolución de la taxidermia en aquellos días.
Durante el otoño de 1911 Luis Benedito trabajó junto a Ter Meer, aprovechando también su viaje para conocer otras ciudades alemanas y desplazarse a Bélgica, Holanda y Francia, donde no solo conoció la obra de otros taxidermistas, sino también de escultores animalistas, que dejaron huella en su espíritu artista y un gran deseo de desarrollar también sus aptitudes para la escultura.
Ter Meer y Benedito hicieron su primer trabajo juntos en 1911; se trata del Antílope Caballo, pieza emblemática del Museo de Ciencias Naturales de Madrid, que aún hoy se conserva, por el proceso dermoplástico y fue el primer ejemplar existente en España de la moderna taxidermia.
A su regreso a Madrid, en 1912, el joven Luis Benedito traía consigo la revolución de la taxidermia española. Fue también en ese mismo año cuando se incorporó a la plantilla de disecadores del Museo de Ciencias Naturales, donde a lo largo de varias décadas realizaría junto a su hermano José M.ª, gran parte de los animales más emblemáticos de la institución. Podemos decir que ambos hermanos crearon además escuela de taxidermia donde se formaron sus discípulos más destacados, incluyendo a Julio Patón y Conrado Chaves, como figuras claves del taller y Honorio González y Manuel García Llorens.
Los hermanos Benedito pusieron también la norma de las chapas en los trofeos; chapitas de marfil con inscripción del lugar donde había sido cazado el animal y anillas de plata para sujetar colmillos de jabalí etc. De igual forma, hasta los cráneos recibían una preparación más pulcra y trabajada que en los talleres tradicionales de taxidermia; se maceraban en agua durante bastante tiempo, para luego blanquearlos y pulimentarlos cuidadosamente, hasta dejarlos brillantes y limpios como el marfil, una práctica no utilizada en ningún otro país, hasta el punto de que creó escuela en la taxidermia española.
Uno de sus grandes clientes fue el rey Alfonso XIII, quién regaló al museo varios animales entre los que destaca el Grupo de Rebecos de Picos de Europa, y en donde ambos hermanos trabajaron conjuntamente dicho diorama con la técnica de la dermoplastia (primero se hacía una escultura anatómica del animal en pasta de turba y escayola, con introducción de ojos de cristal y cuernos auténticos para posteriormente adherirle la piel a la escultura, logrando expresividad y realismo).
A la Casa Real se le debe la implantación de óvalos y tablillas de caoba de primera calidad para cabezas, cráneos y colmillos.
Destaca también el Antílope Gigante Negro, récord en su especie, cazado por el Conde de Yebes, cliente y amigo de Luis.
Otro de los innumerables trabajos hechos por el joven Luis, fue el famoso toro de Lidia que el duque de Veragua regaló al museo de Ciencias Naturales de Madrid (piel y huesos) en 1911, una de las primeras obras por el procedimiento escultórico o Dermoplastia de Benedito.
Pero sin duda uno de los trabajos más monumentales de la labor de Luis Benedito como taxidermista fue la naturalización del gran elefante del Museo de Ciencias Naturales de Madrid.
El enorme paquidermo había sido abatido por el duque de Alba en 1913, en Sudán. El duque conservó los colmillos como trofeo, pero en un gesto muy típico de aquellos cazadores-naturalistas de esa época, quiso donar la piel del animal al museo, con idea de que algún día fuera naturalizado. Años más tarde llegó a los sótanos del museo un enorme fardo de 600 kg de peso, conteniendo la piel del elefante. Allí permaneció muchos años, hasta que Luis Benedito se encargó de emprender la difícil tarea de su naturalización, alrededor de 1930.
Sin tener mucha información sobre los elefantes, y sin tener las posibilidades de hoy en día, Luis tuvo que recrear la vida en el inmenso animal. Sólo en ablandar y rebajar la piel, de 10 cm de grueso, se tardó dos meses. Para moverla, saturada de agua y con más de 1.000 kg de peso, fueron necesarios ocho hombres.
Dado el tamaño colosal del trabajo, hubo que habilitar una nave de gran altura en el Jardín Botánico de Madrid. Primero fue la elaboración de un gran dibujo natural; más tarde, la construcción de un gran esqueleto de madera y alambre capaz de hacer de soporte a la enorme escultura del animal en escayola. Finalmente, la difícil adaptación de la piel, para cuya sujeción a la escultura se necesitaron más de 76.000 alfileres.
El traslado del elefante, terminado y montado sobre una plataforma con ruedas, fue un acontecimiento curioso del Madrid de la época, ya que recorrió el céntrico paseo de la Castellana, desde el Jardín Botánico hasta el propio Museo de Ciencias de Madrid, donde quedó definitivamente instalado.
Destaca también la jirafa, donado también por el duque de Alba y de la que solo queda la parte de la cabeza, el grupo de lobos, zorros y el magnifico Oso de Asturias naturalizado en 1918, que gracias a la intervención del rey Alfonso XIII se sigue exhibiendo en las salas del Museo de Ciencias Naturales de Madrid.
Son varios los museos europeos que poseen grupos o ejemplares de animales naturalizados por Benedito, y fue así como el Rey Alfonso XIII, regaló un grupo de cabras monteses al Museo Británico, otro lo adquirió el Museo de Estocolmo, y ejemplares de esta especie y de otras los museos de Moscú y Lisboa.
A raíz de la primera montería en el Coto Real de Gredos, 1911, donde se cazaron nueve cabras montesas (3 ejemplares del rey, dos del marqués Viana, y una cada uno el infante Don Carlos, el duque de Tarancón, el marqués de Villaviciosa y el marqués de la Scala), la familia Benedito fue la primera en interesarse de forma sistemática en establecer un sistema de medición semioficial de los trofeos de caza, que ya utilizaba su padre D. José M.ª Benedito Mendoza.
Tras la cacería, todos los trofeos fueron trasladados al taller de José M.ª y Luis Benedito, en la calle María de Molina de Madrid. Allí fueron medidos y fotografiados uno a uno, y enviadas a Londres, al taller de taxidermia de Rowland Wards, con el fin de incluirlas en su famoso Libro de los Récords.
Una anécdota curiosa, fue de la preocupación del rey Alfonso XIII sobre el incremento del furtivismo en el Coto de Gredos, y en donde Luis Benedito le aportó la solución: “Majestad, haga guardas del Coto a los furtivos de siempre, y verá como se acaba el furtivismo”, como así fue, efectivamente.
Años más tarde, a través de un escrito presentado a las autoridades encargadas del parque de Doñana por Luis Benedito en nombre del Museo de Ciencias Naturales de Madrid, se consiguió evitar un intento de expropiación y urbanización de dicho parque.
Luis Benedito fue vocal de la Comisión de trofeos, en aquel Primer Concurso de Trofeos Venatorios y exposición de la Caza en el Arte, celebrado en Madrid en 1950 y uno de los fundadores de la Junta Nacional de Homologación de Trofeos de Caza, creada en 1956.
El 21 de junio de 1951 recibió la Gran Cruz al Mérito Agrícola.
El carácter afable de Luis le granjeó la sincera amistad de muchos de sus clientes cazadores, que sentían admiración por la persona y el trabajo del maestro de la taxidermia. Algunos sintieron autentica fascinación por el taller, al que acudían a ver trabajar a Luis Benedito en la calle María de Molina e interesarse por la marcha de sus encargos y hablar de caza. Entre ellos el propio rey Alfonso XIII, que acudía al taller muchas tardes, sentándose en un sillón que aun hoy la familia Benedito recuerda como el “sillón del rey”.
Personalidades de la caza como Alfonso de Urquijo, el conde de Yebes, D. Antonio Rebollo, el duque de Alba, el marqués de Valdueza, el duque de Medinaceli, y muchos más representantes de la sociedad española de la época.
Luis Benedito fallece en 1955, y motivo de honda tristeza para muchos de sus clientes y amigos, que, como el conde de Yebes, en su artículo de ABC “una puerta color verde hoja”, le dedicaron emocionados elogios literarios.
El relevo lo tomó su hijo, José Luis Benedito López, artista que con mucho esfuerzo y trabajo logró de alguna manera que el taller Benedito siguiera en la línea del éxito que sus antecesores.

En su estilo escultórico, estuvo imbuido del arte que conoció en Alemania y Holanda, aunque mantuvo siempre una cierta independencia en su estilo. En sus esculturas de animales, basadas en los propios modelos a escala real que hizo para la naturalización de los ejemplares del Museo de Ciencias Naturales de Madrid, domina un gran realismo en anatomías y una gran elegancia en actitudes, generalmente de quietud y reposo.
Luis Benedito fue sin duda, el mejor escultor animalista de la España de la primera mitad del siglo XX.

José Luis Benedito López nace en 1931, y con tan solo 24 años se quedó al frente del taller de taxidermia. A pesar de su juventud y aunque contaba ya con cierta experiencia en el oficio, tuvo que afrontar la enorme responsabilidad de mantener el consolidado prestigio de la Casa Benedito, basado en la maestría, difícilmente superable, del trabajo de su tío, José M.ª, su padre Luis Benedito y su abuelo, José M.ª Benedito Mendoza.
A diferencia de su padre Luis Benedito y su tío José M.ª Benedito, José Luis Benedito López tuvo que hacerse desde el principio un taxidermista polifacético y adquirir calidad y experiencia en todo tipo de animales. Por ello, llegó a ser, sin duda, el taxidermista más completo de su familia, demostrando a lo largo de su vida profesional que era capaz de hacer obras maestras, tanto en aves como mamíferos.
En ello, José Luis Benedito contó con una gran ayuda inicial: la colaboración de Julio Patón, fiel discípulo de Luis Benedito, cuya presencia en el estudio fue fundamental para suplir la ausencia de su padre, y afianzar en el joven José Luis las enseñanzas paternas.
Gracias a este hecho, la taxidermia Benedito, recuperó en poco tiempo el antiguo ritmo de trabajo y su fiel clientela particular.
José Luis no siguió el camino de sus antecesores en el ámbito de los museos de ciencias, pero sí que dedicó sus mayores esfuerzos y motivaciones profesionales en la realización de los 28 dioramas del Museo de la Caza del Palacio de Riofrío, realizado en los años sesenta, obra cumbre de su trabajo y su arte como taxidermista.
Una de las ideas más originales en la instalación de dicho museo, pionero en España, fue la construcción de dioramas de fauna cinegética, un proyecto que fue ofrecido a los mejores taxidermistas de España y cuya elección y realización, finalmente encargada a José Luis Benedito, en colaboración con sus ayudantes en la taxidermia, Honorio González, Carlos Garcés y Julio Patón, junto con el pintor escenógrafo Emilio Ruiz del Río.
José Luis Benedito invirtió varios años de trabajo, repletos de continuos desplazamientos por todas las regiones de España, recogiendo tierras y plantas para su posterior colocación en los dioramas, pero, sobre todo, fotografiando y filmando al natural los animales, tomando notas de sus costumbres, dibujándolos y estudiándolos en todos sus detalles, como antaño hicieron su padre, con la obsesión de captar su “vida”.
La taxidermia la llevó a cabo en su taller de Madrid ubicado en Juan Pérez Zúñiga. Los dioramas resultantes se trasladaron posteriormente al Museo de la Caza en el palacio de Riofrío (Segovia). La colección de ese museo constituyó un magnifico conjunto de fauna ibérica naturalizada entre los que destacan: el diorama de Gamos, el diorama de Águilas Reales del Sistema Central, el diorama de Rebecos, el diorama de Jabalíes etc., procedentes muchos de ellos de Coto de Doñana, de la Albufera de Valencia, Coto Asturiano de Redes, Búhos Reales procedentes de Extremadura, zorros, buitres de los Montes de León…
Estos dioramas hechos por el artista José Luis Benedito para el Museo de la Caza del Palacio de Riofrío, están aún hoy considerados entre los mejores del mundo y fue una de las obras maestras más importantes del trabajo de Benedito como taxidermista, tal y como el mismo escribió en 1969, con motivo de su inauguración:
“Estos dioramas que llevo realizados, han sido para mí uno de los motivos de más satisfacción de mi vida, pues he podido dar rienda suelta a mi trabajo, que normalmente consiste en naturalizar cabezas y grupos de aves de muy reducidas dimensiones. Desde estas líneas doy mi más expresivas gracias al Patronato para el Museo de la Caza de Riofrío, que depositó en mí su confianza”.
Si bien el trabajo de sus antecesores, en especial el de su padre, había supuesto la completa revolución de la historia de la taxidermia en España, en técnica y arte, José Luis Benedito no se quedó atrás en su tiempo, en cuanto la actitud innovadora que había sido propia de su familia durante generaciones. José Luis supo ir “modernizando” la forma de entender la taxidermia, dando paso en su estudio a máquinas de carácter industrial para hacer determinados trabajos, antes solo manuales. Fue pionero en la experimentación del látex o las resinas para el proceso de disecación. José Luis limpiaba, pulía y blanqueaba el hueso del cráneo de tal forma, que éste destacaba al final tanto como la propia cuerna, casi como un valor más del trofeo, al cual proporcionaba una apariencia mucho más estética.
Su vinculación con el mundo cinegético fue también estrecha, si cabe aún más que su padre, ya que fue un cazador habitual en las mejores monterías y cacerías de la época.
Uno de sus mejores clientes fue el Sha de Persia, el cual encargó numerosos trofeos de caza; también le propuso iniciar un museo de Caza en Irán, pero que no se llevó a cabo entre otras cosas por el volumen de trabajo que le llegaba al estudio. Otros clientes importantes incluían primeros ministros de distintos países, embajadores, el conde de Yebes, el conde de Mayalde, miembros de la Urquijo, D. Luis de La Peña, el General Francisco Franco, y el Rey Juan Carlos I. Este último, con el que mantuvo una estrecha amistad, le encargó realizar un pabellón de caza ubicado en su residencia del Palacio de la La Zarzuela.
José Luis Benedito llevó a cabo tres famosas exposiciones de trofeos de caza: la primera en el Retiro de Madrid, la segunda en la Casa de Campo, y una tercera en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Madrid.
Fue uno de los fundadores de la Junta Nacional de Homologación de Trofeos de Caza, instigador para la fundación de la Asociación Nacional de Taxidermistas, y nombrado Comendador de la Orden de Isabel la Católica.
José Luis Benedito López falleció en 1998 dejando a su hijo -cuarta generación- José Luis Benedito Bruñó el cual aprendió mucho de su padre que le enseñó la famosa técnica “Benedito”, la cual representó otro avance en la historia de la saga de taxidermia más antigua de España, técnica que la familia Benedito continúa utilizando, y que muy pocos han conseguido igualarla.

José Luis Benedito Bruñó tuvo la suerte de poder trabajar junto a su padre hasta su fallecimiento, algo que no disfrutaron sus antepasados ya que la desaparición del cabeza de familia sorprendía cuando el hijo mayor era joven y algo inexperto en el oficio, pero Benedito Bruñó pudo empaparse y profundizar las enseñanzas de su padre, el mejor maestro para su hijo. De él conoció las historias de la familia, anécdotas y aprendió la filosofía de trabajo de sus antecesores. Es por ello por lo que existen varias piezas hechas conjuntamente por ambos, padre e hijo. Tras la muerte de su padre en 1998, D. Carlos Garcés, discípulo de Benedito, fue el encargado de trabajar y ayudar hasta su jubilación.
José Luis Benedito Bruñó, empieza a trabajar de forma profesional en 1978 y su formación fue, como en casos anteriores, vivir en el estudio día a día, aprendiendo todos y cada uno de los trabajos necesarios para luego poder realizar sus propias obras de taxidermia y sus estudios de Bellas Artes y pintura.
En 1983 participó como conferenciante en los cursos organizados por el Museo de Ciencias de Ecuador.
En 1984 opositó y ganó la plaza que ostentó su abuelo, Luis Benedito, en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, oposición que duró tres meses y que consistió en naturalizar un ejemplar de gamo hembra. En el Museo desarrolló su trabajo durante siete años, en los que se restauraron todos los ejemplares expuestos y se hicieron ejemplares nuevos, tanto de aves como de mamíferos. Destaca sobre todo la naturalización de un Dragón de Cómodo que había sido regalado vivo a los reyes de España, y que fue donado cuando murió.
En 1990 pidió la excedencia del Museo de Ciencias de Madrid, para ayudar por completo a su padre y dedicarse por completo al taller de taxidermia donde seguían llegando numerosos encargos procedentes de todo tipo de personalidades.
En el año 2001 D. José Luis Benedito Bruñó llevó a cabo, gracias al ayuntamiento de Badajoz y en el marco de una feria de caza y pesca (IFEBA), la exposición Familia Benedito: un siglo de Taxidermia y Arte en la Caza. El proyecto le llevó un año entero durante el cual recopiló la información necesaria, que fue posteriormente incluida en un catálogo abundantemente ilustrado con la ayuda de la escritora Dña. María José Rubio.
Otras participantes incluyeron: el Museo de Ciencias Naturales de Madrid, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, el Ministerio de Ciencia y Tecnología, D. Alonso Álvarez de Toledo, Dña Lucía Dominguín, D. Nicolás Franco Pascual de Pobil, D. Santiago Rengifo Calderón, D. Ricardo Medem Sanjuan, y el Archivo General de Palacio del Patrimonio Nacional.
En el año 2003 se produce la incorporación en el taller de René Soto, taxidermista llegado de EEUU donde se había formado como taxidermista. Durante todos esos años, René fue jefe del taller de taxidermia demostrando con su esfuerzo y trabajo ser el discípulo predilecto de José Luis Benedito Bruñó y su confidente, al cual le enseñó la técnica y la historia de la taxidermia Benedito. René siempre demostró su atención al detalle y el perfeccionismo que caracteriza su trabajo. También demostró un cariño especial por la familia, todo lo cual aumentó la confianza depositada en él y su talento. Como consecuencia en los últimos años de vida de Benedito Bruñó, René, fue encargado de dirigir el taller y trabajar en los trofeos de los más destacados clientes.
Fundador de la Asociación Nacional de Taxidermista, primer presidente y vicepresidente durante muchos años de A.N.TAX (Asociación Nacional de Taxidermistas), taxidermista del Museo de Ciencias Naturales, Miembro de la Federación Europea de Taxidermistas, Asesor Colaborador de la Comisión de Homologación de Trofeos de la Comunidad de Madrid y Asesor Colaborador de la Junta Nacional de Homologación de Trofeos.
José Luis Benedito Bruñó falleció a la temprana edad de 51 años sin poder haber dejado un museo entero como hicieron sus antepasados. En cualquier caso, dejó una huella importante en el Museo de la Naturaleza de Cantabria donde aparte de colaborar, realizó varios ejemplares.
Modernización, renovación y futuro de la taxidermia actual.
Familia Benedito
En el año 2018 y tras permanecer varios años la taxidermia Benedito inactiva, se produce un relevo generacional a manos de los sobrinos de D. José Luis Benedito Bruñó, último taxidermista de la saga.
Con los sobrinos al frente de este nuevo proyecto, la taxidermia Benedito introduce métodos renovados y modernizados adaptados al presente.
La saga de la taxidermia más antigua de España continúa haciendo historia.
Trabajos de José María Benedito Mendoza
Estos son algunos de los trabajos realizados por el fundador de la saga, José María Benedito Mendoza.
Aves pertenecientes a la colección del Museo de Ciencias Naturales de Valencia.
Documentación Benedito Mendoza (1880).
Archivo Familia Benedito.
Trabajos de José María Benedito Vives
Estos son algunos de los trabajos realizados por José María Benedito Vives.
Trabajos de Luis Benedito Vives
Estos son algunos de los trabajos realizados por los hermanos Luis y Jose María Benedito.
Luis Benedito realizando el montaje del elefante con sus ayudantes.
Fotografía tomada en el Real Jardín Botánico.
Luis Benedito realizando el montaje del elefante con sus ayudantes.
Fotografía tomada en el Real Jardín Botánico.
Recorrido del elefante desde el Botánico hasta el Museo de Ciencias pasando por la Castellana en Madrid.
Trabajos de José Luis Benedito López
Estos son algunos de los trabajos realizados por José Luis Benedito López.
Trabajos de José Luis Benedito Bruñó
Estos son algunos de los trabajos realizados por José Luis Benedito Bruñó.